En las primeras horas de la mañana, cuando la costa aún bosteza y la bruma se cuela entre los pinos, el primer aroma que se escapa por la chimenea de Sweetly es el de un alfajor recién horneado.
Por Esteña Press
Sweetly
La receta familiar que siguió creciendo
En las primeras horas de la mañana, cuando la costa aún bosteza y la bruma se cuela entre los pinos, el primer aroma que se escapa por la chimenea de Sweetly es el de un alfajor recién horneado. Ese perfume —mezcla exacta de chocolate, vainilla y memoria— lleva más de treinta años anunciando que la marca nacida en la cocina de Ema y Roberto está lista para un nuevo día.
Lo que comenzó como un pequeño emprendimiento familiar se convirtió con el tiempo en una presencia infaltable en las góndolas de los supermercados más importantes del país. Fue un crecimiento a base de recetas caseras, esfuerzo artesanal y una fórmula simple pero poderosa: congelar postres sin congelar su alma.
Hace poco más de dos años, Ema y Roberto decidieron dar un paso al costado. Fue entonces cuando Luis y Teresa, un matrimonio con experiencia y sensibilidad empresarial, tomaron el relevo. No compraron solo una marca, compraron una historia, un legado. Y lo primero que hicieron fue cuidar lo esencial: mantener al equipo humano original, conservar las recetas y garantizar que las mismas manos que conocían cada detalle siguieran siendo parte del proceso.
Con visión renovadora, renovaron los vehículos para asegurar la distribución, sumaron controles de calidad rigurosos y apostaron por un nuevo canal de experiencia directa con el cliente: Sweetly Café.
Ubicado en la zona residencial de la parada 11 de Roosevelt, el café se convirtió rápidamente en un rincón acogedor donde el sabor y la memoria se encuentran. Entre cuidados jardines, amplios ventanales y sillones mullidos, se sirven los clásicos postres y alfajores, además de una propuesta gourmet que incluye medialunas, croissants, opciones sin azúcar, desayunos con tostones y huevos, brunch todo el día, sopas en invierno y las tradicionales meriendas compartidas. Una carta diseñada para disfrutar con calma, en cualquier momento del día.
“Queríamos crear un espacio que represente los valores de la marca: calidad, cercanía y calidez. Y sentimos que lo logramos”, explica Teresa, mientras saluda a una clienta habitual con nombre y una gran sonrisa.
El local, que abrió sus puertas en julio de 2022, ha tenido una respuesta que supera las expectativas: crecimiento constante, fidelidad de los clientes y un ambiente que se cuida al detalle, tanto en atención como en estética. La planta de congelados también celebra su segundo aniversario bajo esta nueva etapa, consolidando una producción que hoy no solo abastece a Maldonado, sino a varias zonas del país.
El próximo paso ya está en marcha: el servicio de catering. Una línea pensada para llevar la experiencia Sweetly a eventos corporativos, celebraciones privadas o reuniones especiales. “Queremos estar presentes en cada ocasión que merezca algo rico, bien hecho y con alma”, señala Luis.
Antes de regresar a la planta, ambos dedican unas palabras al equipo. “Nada de esto sería posible sin el compromiso de cada persona que forma parte de Sweetly. Nuestro mayor orgullo es saber que seguimos creciendo juntos, cuidando lo que nos diferencia.”
Y así, entre el vapor del horno y los recuerdos de una receta intacta, Sweetly sigue escribiendo su historia. Una historia que, como todo buen postre, deja ganas de más.
Sweetly Punta del Este: Madame Curie y Henry Dunant, Punta del Este. Pedidos: +598-91 377762