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Punta del Este se perfila como uno de los centros neurálgicos del polo internacional

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Punta del Este, ese rincón del mapa donde el glamour dialoga con la naturaleza y el tiempo parece detenerse en cada atardecer, está protagonizando una transformación silenciosa, pero decisiva: se perfila como uno de los centros neurálgicos del polo internacional.

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Punta del Este: entre los diez mejores destinos del mundo para jugar polo

Punta del Este, ese rincón del mapa donde el glamour dialoga con la naturaleza y el tiempo parece detenerse en cada atardecer, está protagonizando una transformación silenciosa, pero decisiva: se perfila como uno de los centros neurálgicos del polo internacional. Lejos de ser una moda pasajera, el auge de este deporte en suelo esteño responde a una estrategia bien orquestada, potenciada por la apertura histórica del tránsito de caballos entre Argentina y Uruguay. Y con ello, el real estate, la hotelería de alta gama y el turismo de élite encuentran un nuevo punto de anclaje. El deporte de los reyes, ahora también es el rey de las oportunidades.

El punto de inflexión: una frontera que se abrió para cambiarlo todo

Durante décadas, el flujo de caballos de polo entre Argentina y Uruguay fue un sueño pospuesto, atrapado entre trabas sanitarias y laberintos burocráticos. De un lado del río, el país que produce a los mejores polistas y equinos del planeta; del otro, un destino natural de lujo, con clima, accesibilidad y paisajes idóneos, pero con una muralla invisible que impedía el aterrizaje definitivo del polo de alto vuelo.

El 2023 rompió esa inercia: gracias a un acuerdo bilateral sin precedentes, hoy los caballos argentinos pueden ingresar temporalmente a Uruguay, abriendo un nuevo capítulo para ambos países. Este logro no cayó del cielo: fue el resultado de una estrategia diplomática tan tenaz como visionaria. En ese tablero, dos nombres brillan con luz propia. Por Uruguay, Teresita Aishemberg, figura clave en destrabar las regulaciones internacionales gracias a su profundo conocimiento del sector. Por Argentina, Mariano «Nito» Uranga, heredero de una estirpe polística (hijo del fundador de la Federación Internacional de Polo y hermano del actual presidente de la Asociación Argentina de Polo), que supo alinear voluntades a ambos lados del Río de la Plata.

Los números reflejan el cambio: si en la temporada 2022-23 cruzaron apenas 34 caballos, en la temporada 2024-25 ya son más de 240. Y la proyección es aún más ambiciosa. Este movimiento no es solo una estadística: es la señal de una economía vibrante que nace en el campo y se irradia hacia la infraestructura, el turismo y la inversión inmobiliaria.

La nueva fiebre constructiva y el “aggiornamiento” de los clubes

Con la llegada de equipos, polistas, familias y sponsors internacionales, los clubes de polo están viviendo su propia revolución. No se trata solo de ampliar caballerizas o mejorar canchas; se trata de reimaginar el polo como una experiencia integral de lujo. La región se ha transformado en tierra fértil para megaproyectos que combinan deporte, exclusividad y lifestyle.

Uno de los casos más emblemáticos es Fasano Las Piedras, a tan solo 30 minutos del centro de Punta. Allí, un campo de polo de primer nivel convive con un campo de golf diseñado por Arnold Palmer, pista de aterrizaje privada y una propuesta que tiene como figura al reconocido polista y exmodelo de Ralph Lauren, Nacho Figueras. Para él, “la temporada de verano en Punta es una combinación perfecta para jugar y estar con la familia”.

En paralelo, Estancia Santa Cruz, impulsada por el exbanquero alemán Michael Klein y su esposa, ha invertido más de 10 millones de dólares en 100 hectáreas que incluyen césped Tifton, establos para 200 caballos y una casa club de diseño exclusivo. “Punta del Este va a estar entre los diez mejores lugares del mundo para jugar polo”, aseguró Klein. No es una predicción vacía: es una hoja de ruta.

Y si de apuestas mayúsculas se trata, aparece el nombre de Eduardo Costantini, el célebre desarrollador argentino y fundador de Consultatio S.A., quien, en sociedad con la leyenda Adolfo Cambiaso, planea un desarrollo privado de 145 hectáreas y 400 lotes, con club de polo, gimnasio y piscina, cuya inversión supera los 50 millones de dólares. Para Costantini, “el polo consolida a Punta como un centro internacional de veraneo por el tipo de personas que lo practican: individuos de muy alto poder adquisitivo”.

No todo son mega desarrollos: los clubes locales también pisan fuerte

El auge del polo no está reservado exclusivamente para los grandes nombres del real estate. También los clubes tradicionales y nuevos emprendimientos están surfeando esta ola con inteligencia y autenticidad.

En primera línea, Juan Cruz Adrigue lidera el emblemático Punta del Este Polo Club, que ha sido pionero en mejorar sus instalaciones y profesionalizar la organización de torneos. Su visión estratégica lo convierte en un engranaje clave para sostener el crecimiento de manera sostenible.

También destaca Federico Tomasevich, empresario argentino al frente de El Milagro Polo Club, quien ha transformado su pasión en una experiencia de vida: su club es una celebración del polo como encuentro familiar, integrando infraestructura de calidad con un ambiente cálido y sofisticado.

Los históricos Carlos y Rodolfo Busquet, custodios del tradicional Medellín Polo Club, representan esa mezcla perfecta entre herencia y modernización. Su club ha sabido mantenerse relevante, actualizando canchas y servicios para responder al nuevo perfil de jugador y visitante.

En Estancia Vik, el joven Bauti Yelos propone una combinación ganadora: lujo hotelero, polo de calidad y experiencias de bienestar, apuntando a un público que busca algo más que sol y playa. En esa misma línea, el alemán Ingo Schirman y su socio Nikita, responsables del exclusivo Rückenwind Polo, ofrecen una experiencia boutique que marca la diferencia.

Y en la zona de José Ignacio, Carl Dean apuesta por un nuevo desarrollo polístico que confirma que la periferia esteña también quiere su lugar en esta carrera de alto hándicap.

El polo como generador de valor y eje del desarrollo inmobiliario

El fenómeno del polo no es un caso aislado. Se enmarca en una tendencia mayor: la consolidación de Punta del Este como un destino global para la inversión inmobiliaria, el turismo de lujo y la atracción de capital humano calificado. La nueva terminal aérea para vuelos privados, la construcción del complejo Cipriani, la torre World Trade Center, las urbanizaciones con piscinas de olas artificiales y los clubes de golf de nivel PGA son parte del mismo ecosistema.

Para los desarrolladores, el polo es mucho más que un deporte: es una poderosa herramienta de marketing emocional. Quien compra una propiedad en torno a un club de polo no adquiere solo metros cuadrados, sino una llave maestra a una comunidad exclusiva, con eventos sociales, torneos, privacidad, seguridad y estilo de vida saludable. Es vender pertenencia y aspiración.

En ese contexto, Uruguay se convierte en una plataforma ideal: una sociedad igualitaria, con seguridad jurídica y una apertura cultural que permite que, en las gradas, un millonario inglés pueda compartir espacio con una familia local, sin que eso sea una rareza. La Asociación Uruguaya de Polo, al no cobrar entrada en sus torneos, potencia este cruce social único.

Una visión compartida, una oportunidad irrepetible

Este auge no sería posible sin una red de protagonistas apasionados y comprometidos, que van desde diplomáticos y empresarios hasta jugadores y gestores deportivos. La apertura de fronteras para caballos fue la chispa. Pero el fuego que hoy arde en las canchas y en los despachos de desarrolladores es el resultado de una visión común: hacer de Punta del Este un nuevo epicentro global del polo.

En un mundo donde los destinos turísticos luchan por diferenciarse, el binomio polo + Punta del Este ofrece algo irrepetible. Belleza natural, hospitalidad, calidad de vida, conectividad aérea y un ecosistema en expansión que no solo seduce al jet set, sino que fideliza a quienes buscan vivir —y no solo vacacionar— en uno de los lugares más deseados del planeta.

El mensaje es claro: el futuro del polo se juega aquí. Y quien quiera ser parte, deberá hacerlo antes de que se cierre la cancha.



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