Actualidad

No cuestan nada, pero valen mucho

Vistas: 16

Comparte el artículo:

Foto del avatar
Reconocido proyectista y comunicador regional, aporta una perspectiva humana y optimista sobre los temas más relevantes para nuestra comunidad.
Redes Sociales

NO CUESTAN NADA, PERO VALEN MUCHO

Decían los antiguos celtas: “Las buenas palabras no cuestan nada, pero valen mucho.”

Ellos creían que la música y las palabras adecuadas tenían el poder de curar muchos males. Y tal vez ellos sabían cosas que, de alguna forma, olvidamos… y tenían bastante razón.

Pero es cierto que una simple frase nos puede iluminar el día… o romperlo. Hay palabras que acarician, otras que lastiman, y también algunas que sanan. Algunas frases tienen un curioso efecto a largo plazo: parecen herir primero, pero luego —con el tiempo— nos damos cuenta de que despertaron algo constructivo en nosotros.

Un comentario malintencionado, un comentario dicho sin pensar, pueden agrietar una amistad o congelar un vínculo. Pero lo mismo puede suceder a la inversa: basta un mensaje, un gesto de ternura, algo dicho con el corazón en la mano, para que vuelva a sonar la buena música.

Quisiera hoy levantar una bandera amarilla ante un concepto que siento que viene ganando terreno y que me parece un arma bien peligrosa. Me refiero a la llamada “honestidad brutal”.

Esa forma de expresar las cosas “sin filtros”, “en crudo”, puede parecer —para algunos— una expresión de sinceridad extrema. Y tal vez lo sea. Pero me parece que se lleva puestas todas las capacidades que las palabras tienen de hacernos sentir mejor. Muchas voces se escudan en el concepto de la honestidad brutal para, simplemente, ser crueles.

Los humanos nos hemos tomado siglos para desarrollar dulzura, calidez y cariño transmitidos a través de las palabras. ¿Por qué deberíamos tirar todo eso por la borda?

¿Porque estamos apurados?

¿Porque el otro ha dejado de importarnos?

Quisiera proponer que pensemos en las palabras de uso cotidiano.
Las que damos, las que recibimos. Y también en cómo las decimos.
Todos sabemos bien cuáles son esas palabras dulces que podrías ofrecer hoy a alguien que las necesita. Tan importante como saber hablar, es animarse a iniciar la charla.
Si alguna vez sentiste que algunas palabras te cambiaron la vida —para bien o para mal— entonces ya sabés el poder que tienen.

No caigamos en la crueldad que está demasiado pegadita a la honestidad brutal.
Especialmente para decir algo que puede doler escuchar, cuidemos el tono y el contenido.
Digamos las cosas queriendo de corazón, que le hagan un bien a quienes nos escuchen.

Por:
tu negocio en

Los más leídos

Continúa leyendo en Esteña Press