Nicolás Jodal, CEO de GeneXus y referente global en desarrollo tecnológico, reflexiona sobre su trayectoria
Por Esteña Press
NICOLÁS JODAL
Innovación, liderazgo y el futuro de la tecnología
En una conversación exclusiva con Esteña Press, Nicolás Jodal, CEO de GeneXus y referente global en desarrollo tecnológico, reflexiona sobre su trayectoria, la evolución de la inteligencia artificial generativa y el impacto de las herramientas low-code. Desde su visión sobre el potencial transformador de la tecnología hasta un mensaje inspirador para los nuevos emprendedores, Jodal comparte cómo la innovación puede convertirse en motor de cambio desde Uruguay hacia el mundo.
1. Desde tu perspectiva, ¿qué hitos clave has identificado en la transformación del ecosistema tecnológico y cómo has adaptado tu enfoque para liderar en este entorno en constante evolución, desde tus inicios hasta la actualidad?
Mirá, el sistema emprendedor de Uruguay pasó por muchas etapas. La primera es que no se sabía qué quería decir emprender. Yo de hecho la palabra emprendedurismo la aprendí muchos años después de ser emprendedor. Incluso me costaba pronunciarla; me parecía una palabra rara. Por suerte se dieron muchas etapas que permitieron que creciera ese ecosistema. Si me preguntás los hitos, sin duda la industria del software fue un gran semillero de emprendedores. Primero empezamos a exportar a países de Latinoamérica y después se empezó a exportar a EE.UU. o a Europa. Nuestro principal mercado es Japón.
La primera etapa fue un crecimiento orgánico de emprendedores locales y después empresas del exterior se empezaron a instalar acá. A partir del 2010 se dio otro hito importantísimo, que fue Globant y Mercado Libre instalándose en Uruguay. Si me preguntás cómo me fui adaptando, lo que hice fue surfear olas tecnológicas: nunca hicimos el negocio por ganar dinero, el dinero fue la consecuencia de que estábamos surfeando la ola correcta.
Fuimos los primeros en hacer la versión inicial del programa para usar en el computador AS/400, cuando aparecieron las primeras aplicaciones Windows. Así que en el fondo la vida de un emprendedor es saber elegir qué ola tenés que agarrar; a algunas le erras, pero en el largo plazo un buen emprendedor le pega. Yo creo que más que adaptarse es crear; vos creás lo nuevo y hacés que los demás se adapten.
2. El ranking Merco te ubica como uno de los líderes de negocios más influyentes en Uruguay. ¿Qué significa este reconocimiento, y cómo lo vinculás con tu filosofía de liderazgo?
Para mí es importante. Lo interesante es que te votan tus colegas, y este año tuve la suerte de salir número uno. No hay nada para hacer eso, es una consecuencia de lo que hago y me llena de orgullo.
Antes si eras empresario nadie tenía que saber quién sos ni mostrar nada; ahora hay que mostrar quién sos. La mayor parte de los que han trabajado conmigo son personas que me golpearon la puerta y me dijeron «Yo quiero trabajar con vos»; si no me hubieran conocido no hubieran golpeado la puerta.
3. Sos reconocido por tu capacidad para simplificar sistemas complejos. ¿Cómo influyó tu formación en Uruguay y tu perspectiva global en esta habilidad para descomponer problemas y crear soluciones prácticas?
La primera es la formación. Me formé como Ingeniero en Sistemas en la Universidad de La República y palo. Para que tengas una idea, la UDELAR en la época que era palo, el 6% de las personas aprobaba los exámenes de matemáticas; eso te adapta para comerte un ladrillo.
La primera vez que fui a trabajar a Brasil como consultor tenía 22 años, había una computadora nueva y todos los brasileros estaban esperando que viniera un instructor americano para que diera un curso para saber cómo manejarla, y yo llegué y dije: «Dame el manual», porque yo estoy acostumbrado; para los tipos era inaceptable tener que leer un manual. Soy un firme partidario de que la educación universitaria sea muy dura, que la gente pierda exámenes. Así como soy hincha de que en la escuela no se manden deberes, en la educación terciaria hay que darles con un palo.
Lo otro es que agarro un sistema complejo y lo consigo explicar con más claridad. Lo estudio mucho primero, y solo consigo simplificar cuando me meto mucho en profundidad.
4. Durante la pandemia lideraste la creación de la aplicación Coronavirus UY. ¿Qué aprendizajes personales y profesionales te dejó este período crítico?
Fue un momento increíble, dramático. Terminamos siendo 150 personas de 15 empresas; todos tuvimos la sensación de que estábamos haciendo un trabajo por la gente, de que estábamos ayudando a la gente. Fue un trabajo honorario. Las primeras semanas lo hicimos 24/7, te ibas a dormir mientras otro seguía trabajando. Me quedé con la sensación de que hacíamos lo mejor que podíamos para el país.
Desde el punto de vista personal, la verdad es que fue un cambio: la gente empezó a conocerme más. Me saludaban y no sabía quienes eran. La gente se comportó muy bien conmigo, iba a un restaurante y no me querían cobrar. Sentí ese agradecimiento.
5. Has hablado sobre la importancia de la conversación como la próxima frontera en el diseño de sistemas. ¿Cómo imaginas que esta interacción conversacional cambiará el día a día de las personas?
Si vos ves cómo interactúas ahora con los sistemas, es con el dedo y un click. Te movés por los sistemas y vas apretando cosas. Esa interacción, que en su momento fue una maravilla, va a ir quedando obsoleta y nos vamos a ir moviendo mucho más a tener una conversación con el teléfono. Eso se debe al enorme avance de la inteligencia artificial, que le permite ahora a la computadora entender lo que vos le estás diciendo. Lo que estamos viviendo es el nacimiento de una nueva era. Por ejemplo, abro el teléfono y le digo: «Necesito sacar la libreta de conducir, hacé todos los trámites necesarios» y al rato me dice: «Bueno, ya te agendé para el examen del oculista en tal lugar a tal hora, etc.». Te va a ir preguntando cosas, vas a tener una conversación. En esta era, es mucho más importante el saber preguntar bien que el conocimiento enciclopédico.
6. Desde un pequeño país como Uruguay han impactado a más de cincuenta mercados globales. ¿Qué creés que otros emprendedores uruguayos pueden aprender de esta experiencia de internacionalización?
A ver, lo primero es que es viable, es decir que se puede hacer perfectamente. Tenemos la capacidad tecnológica para hacer cosas a nivel mundial; nosotros competimos en Japón. Lo que hubo que entender fueron las diferencias culturales. Para otras partes de Latinoamérica, nuestra forma de hablar es demasiado agresiva. Cuando abrimos las primeras oficinas en EE.UU. alguien vino y preguntó: ¿Quién es el encargado de apagar la máquina de café? Nosotros no queremos transformar al mundo en uruguayos, tenemos que entender las otras culturas y adaptarnos. Con Japón las diferencias culturales son enormes y nosotros nos adaptamos a ellos; no podemos caer nunca en la trampa de pensar que nuestra cultura es mejor. Cada uno tiene su cultura y yo no quiero transformar la forma de pensar de nadie.
7. Siempre mencionás el rol de la libertad como principio fundamental en tu vida. ¿Cómo traducís este valor en las decisiones estratégicas que tomás en GeneXus?
Trato de que haya un ambiente de libertad en el que la toma de decisiones esté bastante descentralizada. O sea, que de alguna manera todos tengan la libertad de decir cosas y de cuestionar o buscar soluciones como cada uno quiera. Después pasa por un mecanismo de ver si la idea es buena o mala sin importar de quién vino. No me gusta que la gente trabaje con horario reglado. Una cosa interesante es que no todos tienen que ser creadores: hay algunos creadores y otros que son críticos de los creadores. Hay gente que es muy creativa pero nunca aterriza nada. Yo tengo varias personas en GeneXus cuya función es criticar mis ideas. Puede haber algo que no esté viendo. Voy en orden creciente: cuando tengo una idea no se la presento al más crítico, se la presento al más fácil, y si sobrevive a esa la voy subiendo. Muchas veces me voy enojado de GeneXus, diciendo «Este me tiene podrido», pero es una función fundamental que yo sienta eso. No es un ejército; no tengo que seguir las ideas del líder.
8. Para cerrar, ¿qué mensaje dejarías a los jóvenes emprendedores tecnológicos que sueñan con dejar su huella, y cómo visualizás el impacto de Punta del Este como un hub de innovación y tecnología?
Emprender no es ganar dinero. Si querés emprender porque querés ganar dinero y retirarte, es el camino difícil, porque casi nunca se da. Vos hacés algo porque tenés pasión por hacer eso. La vida del emprendedor es dura: no tenés empleados, se te caen clientes, las cosas no andan, trabajás mucho más duro que un empleado que trabaja ocho horas por día, no sabés si las cosas van a funcionar o no. Tenés que tener pasión para cargar esa fuente de energía, porque eso te va a permitir pasar por los momentos duros.
Lo segundo es emprender en un tema del que sepas mucho. Vos emprendés en temas que conocés en profundidad. Cuando creamos GeneXus el tema era bases de datos relacionales, un tema muy técnico. Ahí estábamos en la «punta mundial»: sabíamos lo mismo que los mejores del mundo, y ese es el momento donde se te ocurren las cosas; en la frontera, no en el inicio.
Y el tercer punto importante es la conexión con otros emprendedores, lo que llamo un ecosistema. Hay que conversar con otros que pasaron por cosas similares; yo tuve la enorme suerte de tener a referentes que me acompañaron mucho.
Creo que Punta del Este es un lugar donde se pueden crear esos ecosistemas, donde existe ese contacto que te permite crear cosas, ayudar, consultar, hacer. Donde hay una calidad de vida extraordinaria que permite potenciar a muchos emprendedores.