En las profundidades del Atlántico, frente a las costas de José Ignacio, reposa un experimento que desafía las tradiciones de la enología
Por Esteña Press
El océano en la copa:
La evolución de los vinos submarinos en Uruguay
En las profundidades del Atlántico, frente a las costas de José Ignacio, reposa un experimento que desafía las tradiciones de la enología. A 15 metros bajo el agua, en jaulas de acero inoxidable abiertas, duermen botellas de Bodega Oceánica José Ignacio, envueltas en la salinidad del océano y el vaivén de las corrientes. Se trata del Proyecto Ultramar, una iniciativa pionera en la región que busca revelar el impacto del entorno marino en la evolución del vino.
Inspirados en experiencias previas en Francia y España, los productores uruguayos han decidido explorar este terreno inusual. El proceso, aún en fase experimental, ha mostrado que la crianza submarina puede acelerar la maduración hasta tres veces más rápido que la tradicional, dando lugar a vinos de gran complejidad aromática y con una marcada impronta salina. Sin embargo, la iniciativa no está exenta de desafíos: cada año se sumergen unas 120 botellas, pero el éxito no está garantizado. En la última extracción, solo la mitad logró conservarse en óptimas condiciones, mientras que en ocasiones anteriores jaulas enteras desaparecieron en el fondo del océano.
Para celebrar este particular proceso de vinificación, Mostrador Bodega Oceánica organizó la primera cata de vinos de ultramar, un evento exclusivo donde los asistentes pudieron degustar estos singulares ejemplares en maridaje con un menú de pasos diseñado por el chef Mariano Carlucci. El joven cocinero santafesino propuso un recorrido gastronómico inspirado en el mar, incorporando ingredientes recolectados en los mismos escenarios donde los pescadores y buzos retiran las botellas sumergidas. Entre los platos, destacó una paella de camarones maridada con Albariño de ultramar, reflejando el concepto de la bodega: un vino que no solo es elaborado junto al mar, sino que se integra a él en todas sus dimensiones.
Este tipo de crianza, que desafía los límites de la enología tradicional, abre nuevas puertas a la exploración sensorial. La presión, la temperatura estable y la falta de luz modifican la evolución del vino de manera notable, generando perfiles más redondeados y suaves. La salinidad, más que un factor externo, se convierte en una firma del terroir marino, fusionando la identidad del Atlántico con la del viñedo.
En un país que ha sabido forjar su prestigio vitivinícola en base a la experimentación y la búsqueda de identidad, el Proyecto Ultramar representa una declaración de intenciones: Uruguay sigue mirando al mar, esta vez, con una copa en la mano.