«Somos energía», dijo Einstein hace muchos años atrás. Es una frase que tal vez la tenemos muy escuchada, pero no todo el tiempo nos detenemos a pensar hasta qué punto esto nos condiciona
Por Ines Lynch
Energía consciente el poder de reconocernos en todo
«Somos energía», dijo Einstein hace muchos años atrás. Es una frase que tal vez la tenemos muy escuchada, pero no todo el tiempo nos detenemos a pensar hasta qué punto esto nos condiciona en nuestro día a día.
En lo cotidiano y sobre la superficie de lo consciente, creemos que estamos separados unos de otros porque la materia nos hace pensar que existe una división entre los seres humanos y el entorno. Los cuerpos separados por la piel nos hacen creer que no hay nada que nos une más allá de los vínculos afectivos y el parentesco. Pero la realidad es que si nosotros agarramos un microscopio y nos acercamos a lo más pequeño de nuestro cuerpo, que son los átomos, y más profundo dentro del átomo –el núcleo con sus neutrones, protones y electrones–, no vamos a encontrar un límite.
No hay límite, porque somos energía. Los electrones giran alrededor del núcleo del átomo a diferentes velocidades según cada elemento o ser vivo. Dependiendo de la velocidad de esos electrones es cuán densa es la materia. ¿En qué nos diferenciamos con la dureza de una roca? En la densidad, íntimamente relacionada con la velocidad a la que giran los electrones alrededor del núcleo del átomo.
Entonces, si somos energía, quiere decir que en realidad estamos unidos y que todo lo que le pasa a las personas de nuestro alrededor, queramos o no, nos afecta. Los pensamientos, las palabras y las acciones tienen una vibración energética que emana ondas que así como van vuelven, en la misma frecuencia vibratoria (como cuando tiramos una piedra al agua). Esa frecuencia vibratoria que mandamos afecta directamente nuestro entorno y vuelve de la misma manera, según lo comprobado científicamente. Es decir que todo lo que sucede en nuestra vida y en la de las personas que nos rodean, tanto en sus escenarios como en actitudes y palabras, en un punto tiene que tener que ver con algo que en algún momento hemos emanado energéticamente. Nada es independiente ni casualidad.
Cuando escuchamos este tipo de cosas es inevitable no sentir cierto rechazo, porque estamos acostumbrados a transitar el papel de víctimas cuando las cosas incómodas nos suceden y como muchas veces las consideramos injustas y perversas, cuesta creer que tenemos algo que ver con todo eso. Pero hoy la ciencia está mostrándonos cientos de estudios y experimentos en donde se hace realidad que nuestros pensamientos, palabras y acciones impactan directamente en nuestra percepción de la realidad y lo que nos sucede.
A la hora de encontrarnos con situaciones molestas que nos presente la vida, lo mejor es mirar hacia adentro y aunque sea en menor medida, chequear qué tipo de pensamientos, palabras y acciones estoy teniendo que puedan estar impactando en el escenario de mi cotidianeidad. De esta manera dejamos de ser víctimas y de darle el poder de nuestro bienestar a los demás, y nos liberamos…