Técnica forestal, paisajista y referente nacional del emprendedurismo, recorrió el país sembrando ideas, proyectos y vínculos en los rincones más diversos del territorio.
Por Esteña Press
Volver a la raíz: la mujer que transformó un rol en camino propio
LORENA PONCE DE LEÓN
Lorena Ponce de León no se define por los títulos que tuvo, sino por las raíces que supo cultivar. Técnica forestal, paisajista y referente nacional del emprendedurismo, recorrió el país sembrando ideas, proyectos y vínculos humanos en los rincones más diversos del territorio. Durante su rol como primera dama —y aún más allá de él— eligió mantenerse cerca del interior profundo, de los emprendedores anónimos, de quienes transforman un oficio en legado. Hoy, alejada de los flashes institucionales pero más presente que nunca en el paisaje cultural y natural del Uruguay, habla de diseño, propósito, poder suave y la necesidad urgente de construir belleza con sentido. Esta es una charla íntima y luminosa con una mujer que sigue apostando por el país… desde la tierra.
1- Sos técnica forestal, paisajista y una apasionada por diseñar espacios que se habitan con los cinco sentidos. Después de tantos proyectos y tantos jardines, ¿qué sigue encendiendo tu deseo de transformar la naturaleza en emoción cotidiana?
En primer lugar, puedo decir que mi profesión se ha transformado en una verdadera pasión. Cada proyecto que abordamos lo concebimos desde una mirada integral, analizando cada una de sus aristas. Consideramos tanto las necesidades particulares de la familia como las aspiraciones del desarrollador, y trabajamos cuidadosamente para imprimirle una identidad única y coherente con la impronta que se desea transmitir.
2- Todo camino emprendedor empieza con una idea… pero hay un momento en el que una se da cuenta de que va en serio. ¿Cuál fue ese primer paso que te hizo confiar en tu proyecto como algo que podía crecer más allá de vos misma?
Soy de las que cree que: querer es poder, sobre todo cuando una idea esta acompañada de estrategia, intuición y propósito. Soy de las que se anima a decir “¿y por qué no?”, porque s los valientes transforman el mundo, y las ideas nuevas merecen ser contadas de forma que inspiren a seguirlas.
Cuando empecé en paisajismo, hace ya 25 años, no existía en Uruguay una formación específica. Fue un camino de constancia y pasión, donde tuvimos que mostrar que detrás de cada jardín hay mucho más que belleza: hay técnica, diseño, ingeniería y una manera única de construir esos lugares con identidad propia para quienes los van a disfrutar.
3- Con el programa que emprendiste como primera dama —Sembrando— recorriste el país entero, de frontera a frontera, sembrando inspiración en miles de personas. ¿Qué historia de vida —entre todas las que conociste— aún hoy te emociona o te recuerda por qué valió la pena?
Haber creado Sembrando y formado, junto a Andrea, el equipo extraordinario que lo hizo posible, es una de las experiencias más valiosas de mi vida. Los cientos de mentores, las empresas privadas, y las organizaciones nacionales e internacionales que nos acompañaron hicieron realidad un sueño: llevar conocimiento e inspiración, mano a mano, a cada rincón del interior del país. Ese recorrido, humano y transformador, quedará para siempre guardado en mi corazón.
Con gran responsabilidad y una estrategia clara, logramos llevar a cabo seminarios en los 19 departamentos del país, repitiendo la experiencia tres veces en cada uno. Entregamos miles de becas para estudiar tecnologías de la información, inglés comercial, manejo de redes sociales y capacitaciones específicas adaptadas a las necesidades de emprendedores de diversas áreas.
Fue una experiencia profundamente enriquecedora, tanto en lo humano como en lo profesional.
Y si algo me deja este camino recorrido, es la certeza de que aún queda muchísimo por hacer.
4- Pasaste de la vida privada al ojo público, como primera dama y hoy volvés a escribir tu propio guión. ¿Cómo lograste equilibrar hoy tu faceta profesional con tu espacio íntimo?
Soy una agradecida de la vida y creo que cada momento llega por una razón. Aprendí a ver siempre el lado valioso de las cosas, incluso en los desafíos. La exposición trae muchas cosas buenas, pero lo más importante es no perder la autenticidad.
Elijo mostrarme tal como soy, con honestidad, aprendiendo de los errores y celebrando los aciertos con el corazón abierto. Porque en la sinceridad y en la esencia está nuestra verdadera fuerza.
5- Sabemos qué lideras el paisajismo de grandes proyectos de Punta del Este —como SLS, Seagarden, DÚO, Torres del Este, Cipriani en equipo con Amalia entre otros—. ¿Sentís que este crecimiento que vemos en Maldonado es sólido e invita a elegir este rincón del país, como tierra para crear, invertir y vivir todo el año?
Vengo a Maldonado específicamente a Punta del Este desde que tengo uso de razón. Paraíso, si los hay. Es un balneario que ha crecido exponencialmente a lo largo de los años.
Celebro que tantas personas de distintos países elijan Uruguay como refugio y hogar, ya sea de forma permanente o temporal.
Si hay oferta, hay demanda, y estoy convencida de que cada vez más gente en el mundo mira este paraíso con el deseo de hacerlo parte de su vida.
6- Hoy vemos que el paisajismo dejó de ser un complemento estético para convertirse en una parte central del concepto arquitectónico y del valor de un proyecto. ¿Qué creés que explica este cambio? ¿Y cómo influye tu rol como paisajista en decisiones que antes solo pasaban por el plano o el presupuesto?
Hoy en día, el paisajismo es una parte fundamental de cualquier desarrollo. Ya no se trata simplemente de plantar especies; es una disciplina con pensamiento estratégico, recorrido conceptual y propósito. El paisajismo crea amenities, genera identidad y construye sensaciones.
Se vive desde afuera, cuando una construcción se enmarca en un entorno cuidado y armonioso, y también desde adentro, al recorrer espacios que se van revelando y ofreciendo distintas experiencias a lo largo del camino. Es, en definitiva, una forma de habitar y sentir el lugar desde una mirada integral.
7- Con tu mirada de paisajista que mezcla sensibilidad, técnica y respeto por el entorno. Si tuvieras que definir tu sello, ¿cuál creés que es tu aporte al paisaje uruguayo? ¿Qué querés que quede cuando el tiempo borre los nombres, pero no las formas?
Hablar de uno mismo nunca es fácil, pero si algo refleja lo que somos como estudio, son las ideas que han tomado forma en cada proyecto construido. Los espacios, los recorridos y los estilos de plantación hablan por sí solos, toman su propia identidad.
No nos definimos por un estilo fijo, sino por uno que se transforma, evoluciona y crece con nosotros a medida que lo también hacemos. Este es un oficio profundamente manual, donde el diseño nace desde la emoción. Y esa emoción, inevitablemente, se imprime en cada obra al momento de llevarla a la realidad.
8- ¿Qué soñás construir a futuro, ya sea como profesional, mujer emprendedora o quizás… en otro rol, tal vez político?
Sueño con muchas cosas, paso parte de mi vida soñando, a nivel profesional seguir creciendo y aprendiendo, que se me presenten nuevos desafíos y proyectos que me interpelen y me hagan seguir evolucionando que nos exija como estudio, seguir conquistando ese próximo mojón que nos pone la vida y hacerlo lo mejor posible.
A nivel personal, por sobre todas las cosas, tener paz. No solo tranquilidad, también ese vértigo que traen los nuevos desafíos, porque para mí, el resolver cosas y el disfrute es parte de la vida.
Deseo que mis hijos sigan creciendo sanos, y que la vida les muestre el camino con amabilidad. Que vivan con pasión, con responsabilidad hacia ellos mismos, que se cuiden y se escuchen, porque somos este cuerpo y esta alma, una sola unidad. Saber lo que uno quiere no siempre es fácil, por eso hay que preguntárselo con frecuencia, “ estoy haciendo lo que me gusta?” yendo para donde quiero?” para seguir construyendo un camino propio, elegido con conciencia.
Y cuando pasen los años, ojalá puedan mirar hacia atrás con orgullo, sabiendo que todo lo bueno y lo difícil fue vivido con conciencia. Porque vivir en paz, despertarse cada día agradeciendo lo que la vida nos da, porque vivir con agradecimiento y alegría “se elige”.