Estos desarrollos inmobiliarios han transformado el paisaje social y urbano de la región. Cada día vemos aparecer uno nuevo.
Por florencia sader
Dolores de crecimiento
Los barrios cerrados y Punta del Este
Punta del Este, el destino turístico más destacado de Uruguay, buque insignia de un departamento que crece gracias a la llegada de población de todo el país y del exterior, ha experimentado cambios significativos en los últimos años, en parte debido a la proliferación de barrios cerrados o “countries”, como modelo heredado de nuestros vecinos argentinos. Estos desarrollos inmobiliarios han transformado el paisaje social y urbano de la región. Cada día vemos aparecer uno nuevo.
Entre los aspectos positivos de los barrios cerrados, destaca el valor de la seguridad —o al menos la ilusión de ella—, ya que ofrecen un entorno más protegido, con acceso restringido y vigilancia, algo que resulta especialmente atractivo para las familias.
“Mis hijos pueden jugar tranquilos en la calle”, dicen con convicción quienes defienden este tipo de desarrollo. Otro punto a favor es la infraestructura y los servicios: suelen contar con una gama de comodidades como áreas deportivas, parques y clubhouses, que fomentan un sentido de comunidad entre los residentes dentro del mismo barrio.
Sin embargo, entre los aspectos negativos, debemos señalar que este modelo promueve la fragmentación social, creando divisiones en una sociedad que, más que nunca, necesita espacios de encuentro e integración. Maldonado es un departamento conformado en gran parte por personas de diferentes orígenes, historias y realidades.
Necesitamos más espacios de convivencia real, porque no se puede querer ni comprender aquello que no se conoce. Esto aplica especialmente a las generaciones más jóvenes. Quienes crecimos en el Punta del Este del siglo XX lo hicimos en una sociedad más pequeña, con menos opciones, pero inevitablemente más integrada.
Estos desarrollos reflejan un nuevo paradigma urbanístico, donde la búsqueda de seguridad y confort puede, paradójicamente, derivar en dinámicas de exclusión y en una transformación de la identidad social de comunidades que tradicionalmente fueron abiertas y diversas.
La clave para el futuro de Punta del Este reside en encontrar un equilibrio entre los beneficios de estos enclaves modernos y la preservación de su esencia: un lugar donde la diversidad sea no solo visible, sino valorada.