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La mujer que transforma vidas a través de las palabras y las imágenes

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Desde Punta del Este, Valeria Peimer teje historias que exploran las profundidades del inconsciente.

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VA LER I A PEIMER

La mujer que transforma vidas a través de las palabras y las imágenes

Desde Punta del Este, Valeria Peimer teje historias que exploran las profundidades del inconsciente. Psicoanalista, escritora y creadora audiovisual, su vida transcurre entre libros, películas y la construcción de ficciones. Con una pasión  por escribir novelas y guiones, Valeria encuentra en cada rincón de su mundo la chispa que enciende su creatividad.

1. Mencionas que tu pasión por la escritura nació de un acto fallido. ¿Qué te revela ese episodio sobre tu relación con la creatividad y el inconsciente?

La escritura surgió gracias a una intervención de mi analista. Estaba pasando por un profundo estado de tristeza,  vino como una palmada de aliento en un período en el que todos los cambios que atravesaba  me producían un dolor muy agudo. No me autorizaba a escribir. La razón era  absurda:  había decidido  que ese  era el territorio de mi madre, quien era  Licenciada en Letras y que yo debía dedicarme a lo mío. No todo es para siempre, un día la curiosidad por la estructuración de guiones cinematográficos me condujo a la Universidad del Cine de San Telmo. Una tarde de 2022 en el Café Borneo, mientras el sol bajaba y  la luz avanzaba sobre mis pupilas, el enceguecimiento  que sentí  me llevó a escribir un texto muy íntimo, que lleva por título el de un artículo de Jacques Lacan: “Subversión del sujeto”. 

Freud dice que el inconsciente se estructura como un lenguaje.  Para que empiece a funcionar el inconsciente, algo queda por siempre reprimido. Ese pequeño texto fue el que  le dio origen a mis historias y el que simbolizaba tal mecanismo.  El escrito no fue un acto fallido sino el nacimiento de mi deseo. En algún punto es un regreso a la infancia ya que para mí escribir equivale a jugar.

2. Punta del Este ha sido tu hogar durante varios años. ¿Qué has encontrado en su atmósfera que alimenta tu capacidad para escribir y crear? 

A mi modo de ver, Punta del Este es como el mar. Tiene la efervescencia que dejan las olas al romper del lado de la Brava y la quietud  de la playa Mansa, uno puede elegir entre las actividades sociales y grupales o la soledad. Es diferente de día que de noche pudiendo uno optar por actividades más relacionadas con el deporte en contraposición con otras más dionisíacas cuando se hace oscuro. 

Solía entrenar a primera hora y, conforme me fui adentrando en el proceso de escritura, me di cuenta que  soy más creativa durante las primeras de la mañana. Escribir es,  además, lo que algunos llamarían una meditación y lo que  denomino rezar.  Es mirar hacia dentro en silencio, y en las pausas, poner la mirada en el paisaje. Me gustan los días de sol pleno pero mis mejores historias surgen los días del sol se niega a venir.

En mis cuentos, los personajes habitan en “Mal-donado”. Hay un lado desolado en el invierno que trabajo mucho: calles solitarias, bruma, silencio y  gente que camina de noche al costado de la ruta. Mi proceso creativo es posible gracias a la calma y el silencio de los largos meses en los que Punta del Este parece simplemente un pueblo. 

3. En tus novelas, como ‘Por la Autopista’ y ‘El Corte’, el componente psicológico parece ser clave en la construcción de los personajes. ¿Cómo equilibras ese enfoque profundo con la narrativa para mantener atrapado al lector? 

“Por la Autopista” estará en las plataformas  en abril. Hace más de treinta años combino  el análisis personal, la práctica clínica y los cursos que he ido tomando para profundizar en temas puntuales de mi interés por eso siempre pongo el foco en algo del orden “psi”.

“Por la autopista” es una autoficción de suspenso escrita  entre la melancolía y la esperanza. Hay un punto en el que cada sujeto queda “preso” de los dichos de sus padres. Es algo que uno no ve y sin embargo se erige como un tormento que perdura en el tiempo. Éste ha sido un tema que me ha cautivado durante mucho tiempo y en el que baso mi libro. 

Cuando un personaje cobra vida en mi imaginación,  se convierte en un “paciente” a quien acompaño, sobre el cual intervengo, y le deseo lo mejor. Tal vez yo sea una escritora analista: paso al papel lo que el protagonista me cuenta, lo que le va pasando y cómo su vida va cambiando gracias al susurro de mis  intervenciones. 

“El corte”, se publicará en un tiempo. Allí me di el gusto de trabajar la historia de Sussane, que  padece una paranoia de autopunición, a quien la vida le plantea el desafío salir de los muros en los que se encuentra atrapada. Hay una complicación más, de tanto “atenderla” , la narradora también enferma… es una novela oscura, dura que además se pregunta por la biparidad,    eventualmente la podrán leer. 

4. Tu trabajo en proyectos como ‘Ricardo Aronovich, El Maestro’ combina la escritura con la producción ejecutiva. ¿Cómo logras trasladar la profundidad psicológica y narrativa que trabajas en tus novelas al lenguaje visual del cine?

Dicen que soy elíptica. No aprendí a escribir cursando la carrera de letras, lo hice mirando y estudiando textos teóricos de cine.

El documental “Ricardo Aronovich, el maestro de la fotografía cinematográfica”, es un homenaje a un gran director de fotografía. Por obra de esas casualidades fui invitada a participar del proyecto por quien fuera mi profesora de Fotografía en la universidad.  La cursada resultó  difícil. Paola me recordaba    que debía seguir tratando. Gracias a la su exigencia, aprendí a valorar la luz y, como había leído “Exponer una historia”, sabía sobre el inmenso trabajo de Ricardo. Tengo a mi cargo parte de la producción ejecutiva.  Con la ayuda de mi socia en “Abanico de historias”,  Romina Figueiras, además escribimos el guión.  Hace no tanto empezó 2025 y los proyectos, como si fueran pacientes,  forman fila esperando ser atendidos. Yo los invito a tomar asiento puesto que no me gusta trabajar en demasiadas cosas a la vez. “Atiendo” en la mesa de mi balcón y cuando me cansó circulo por los dos pequeños escritorios que hay en diferentes ambientes de mi casa. Mi madre decía que se puede escribir en cualquier lado. 



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